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¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN O DERECHO AL SILENCIO?

                                                                                     




“La ventaja de la libertad es que puede convertir las mentiras en verdades y contar verdades en las que todo parezca mentira”. Tomás Eloy Martínez, escritor argentino



 Prof. Jorge Moreno
Cátedra de Sociología
Escuela de Administración y Contaduría
Universidad Central de Venezuela  
jorgilmore@yahoo.es


La pregunta en el título admite respuestas ambiguas, tan válidas para el silencio como derecho, como para el silencio como forma de expresión. El silencio opera como escudo protector, pero puede ser también un altoparlante de sensible ambigüedad. Sirva la metáfora para referirnos a lo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos en nuestra Escuela, con presencia de denuncias y reclamos de miembros de la comunidad sobre procederes y decisiones que han generado insatisfacciones y hasta pedidos de renuncia a cargos de importancia, conocidos a través de las redes sociales.

Como miembro de su personal docente, asumo responsablemente mi derecho a opinar sobre estos hechos, por dos razones básicas: 1) porque me preocupa, al igual que a otras personas que pudieran preferir hacer uso legítimo de su derecho al silencio; y, 2) porque habiendo ejercido cargos administrativos, de representación y directivos en la Escuela y la Facultad (coordinador estudiantil, representante profesoral principal en el Consejo de Escuela, representante profesoral suplente en el Consejo de Facultad y director de la Escuela desde marzo de 2013 a julio de 2014), me siento en el deber de pronunciarme.

En tal sentido, aspiro en el presente escrito aportar algunas reflexiones que ayuden a comprender mejor la situación y sugerir posibles soluciones, abiertas al debate; y anunciar mi disposición a retomar compromisos interrumpidos transitoriamente.

Prácticas centralistas que afectan la democracia universitaria

Los Consejos de Facultad y de Escuelas, como organismos colegiados y de cogobierno tienden a reproducir estilos de gestión presidencialistas y centralistas, que afectan la democracia. Ello se expresa por ejemplo a través del manejo de las agendas. Si bien normativamente se prevén instancias intermedias como las llamadas Comisiones de Mesas para equilibrar y consensuar las agendas, en la práctica éstas terminan siendo uno de los principales instrumentos de poder y de control de quien dirige los debates.

El reciente caso de la asignatura Estadística II de la EAC, en el que un grupo de estudiantes manifestó quejas, que finalmente resultaron falsas e inconsistentes, lo ejemplifica. Desde su origen el mismo estuvo plagado de errores que dan cuenta de ese estilo centralista. Sin cumplir los trámites normativos y el debido proceso, el caso llega al Consejo de Facultad, obviando a la cátedra, el departamento y el Consejo de Escuela, con implicaciones graves en la responsabilidad, por actuación u omisión, de instancias de poder de la escuela y la facultad.

El tema fue incorporado en la sesión del Consejo de la FaCES de forma sorpresiva, para contrarrestar posibles respuestas, lo cual no es leal en sana actuación de una instancia académica universitaria. Además, se le da un trato privilegiado a un grupo de estudiantes, en un ejercicio discriminatorio y no democrático en el manejo de la agenda. Luego, se nombra una comisión para conocer del caso, cuando lo que procedía era sacar el punto de agenda y devolverlo a la escuela para su debido tratamiento. El honor de la solicitud debió corresponderle a la directora de la escuela.

Mención especial merece la actuación del representante estudiantil, que lejos de documentar debidamente el caso, entrevistar a los involucrados y asumir una postura autónoma y responsable, optó por injuriar a los profesores de todo un departamento, lo que compromete seriamente su credibilidad.

Este estilo de gestión genera desconfianza en la comunidad, debilita las bases institucionales de la facultad y crea tratos preferenciales, muchas veces mediante la imposición de una mayoría que desdeña aportes y recomendaciones de la minoría, en desconocimiento del consenso como fórmula de convivencia. Desde luego que este tipo de comportamiento ha merecido enérgicas denuncias y rechazos de algunos consejeros.

Fortalecer el Consejo de Escuela. Una agenda de gestión

Lo que ocurre actualmente en la EAC revela desconfianza y debilitamiento institucional expresados principalmente en la escasa articulación de lo que debería ser su núcleo de dirección académica por excelencia: el Consejo de Escuela.

Corresponde a este organismo ser el promotor de una gestión plural, participativa y democrática, articulada fuertemente a la misión y visión de la institución. Para ello deberá contar con una agenda amplia, que enmarque el plan de actividades de la dirección, en un esfuerzo de coordinación y control que contribuyan a un sano desempeño institucional. A esa agenda deberán obedecer de forma coordinadas las distintas comisiones de trabajo y desde luego, corresponde a la dirección ser la cabeza visible de toda esa estructura.

Una correcta división de trabajo impediría solapamiento de actividades que anuncian por ejemplo la Dirección y la Coordinación Académica, que en estricto sentido corresponden a la Comisión de las TIC. Mejor contribución se daría si se coordina y promueve la libre actuación de la comisiones, con lo cual se ganaría ascendencia, reconocimiento y aceptación.

Adicionalmente, para limar desconfianza en el manejo de la agenda del Consejo, se pudiera crear una Comisión de Mesa que adelante ese trabajo y publicar con anticipación los temas de discusión. Daría mayor transparencia y descargaría a la Dirección de tareas administrativas que muchas veces distraen de la labor propiamente gerencial y directiva, entre otros beneficios.

Por mayor autonomía e independencia de las escuelas

Con preocupación he oído y leído manifestaciones públicas de solicitud a la Profesora Diana Hernández, de renuncia al cargo de Dirección de la escuela. Dos en asambleas de estudiantes y profesores, y otra en comunicación en las redes. Lo singular es que estas solicitudes de renuncia vienen de la escuela misma. Manifiesto mis dudas acerca de si eso pueda contribuir en algo.

En principio, las instituciones tienden a preservar sus liderazgos, como comportamiento de autoconservación. Pero también los liderazgos deben responder a las expectativas de las comunidades que representan. Parte del comportamiento inteligente de las organizaciones y de la gerencia moderna es desarrollar estrategias correctivas, que sumen confianza e institucionalidad. Las renuncias y destituciones traumáticas crean inestabilidad y efectos residuales en el funcionamiento de las instituciones.

La historia de las últimas gestiones de dirección de la EAC es una historia de renuncias forzadas y de destituciones. Son actos traumáticos motivados quizás por el afán de concentración de poder y control de cargos. Cuidado si lo que está viviendo hoy la escuela no sea en parte consecuencia de esos traumatismos inducidos. ¿Pudiera alguien acaso erigirse como ganador en todo esto, cuando es la escuela quien pierde? ¿A dónde pudiera conducirnos una nueva renuncia o destitución en estos momentos? ¿A un interinato desde la Facultad? ¿A una acefalía institucional? ¿A una nueva designación desde arriba?

Es sumamente importante, además, que la escuela restituya la consulta interna como mecanismo para la designación de sus autoridades. La misma constituye una conquista democrática de participación autónoma e independiente de la comunidad, que debemos preservar y mejorar.

Consultas, respuestas y convocatorias

Las preguntas e inquietudes presentes en la Escuela merecen ser atendidas. Varios profesores, cátedras y consejeros están solicitando espacios de encuentros con la Dirección para discutir y resolver temas de interés general, tales como la propuesta de modificación de los horarios. Como lo han dicho algunos colegas, este es un tema que impacta el currículo y la estabilidad laboral de una cantidad importante de docentes, que amerita una amplia convocatoria.

En este esfuerzo es evidente que a la dirección le corresponde la mayor responsabilidad. Pero por paradójico que parezca, el actual momento pudiera ofrecer una estupenda oportunidad para formular una agenda de gestión de gran alcance, que estimule la participación y armonice expectativas de todos los miembros de la comunidad y ejercer un liderazgo que recomponga la armonía en el Consejo de Escuela. Ello es factible, pero además deseable.

Es necesario también vigilar los estilos de gestión y la imagen de los cargos directivos. Frecuentemente las instancias superiores tienden a ver las designaciones como un favor a quien recibe el cargo, con su correspondiente exigencia de incondicionalidad personal. Y recíproco, muchas veces las instancias inferiores suelen desarrollar comportamientos de agradecimiento y de solidaridad automática que pueden desviar el interés institucional y extrañarse de sus propias comunidades de pertenencia. Lo pertinente es una relación de cooperación y apoyo recíproco, que sin desconocer posiciones de jerarquía, legitime la autonomía de los cargos, con libertad e independencia de criterios.

La aceptación de errores puede fortalecer posiciones y abrir oportunidades. Seguramente que un llamado de unidad de la dirección de la escuela despertaría apoyo de una mayoría significativa de la comunidad, en bien de la estabilidad y
fortalecimiento de la EAC. Pero ello supone también la apertura y disposición de encuentro de todos y cada uno de los factores en juego.

Información que no se debe postergar

Luego de mi separación de la dirección de la escuela, decidí no retomar inmediatamente mis funciones como representante profesoral suplente en el Consejo de Facultad, en espera del informe de la Comisión que en su oportunidad designó ese cuerpo para conocer las circunstancias de mi destitución de la dirección.

Ofrecí información documental y la entrevista que me pidió la Comisión, aún estando en el cargo. Como fue denunciado públicamente por algunos consejeros, sin que la Comisión completara su trabajo y sin que tuviera un informe escrito, la ciudadana Decana solicitó mi destitución, votada en sesión. Obviamente ello no daba por concluida la tarea de la Comisión, nombrada por decisión unánime del cuerpo.

Se debió rendir un informe y el Consejo de Facultad debió solicitarlo. Interesadamente algunas pocas voces inescrupulosas deslizaron la especie de que la razón de mi destitución obedeció a malversación de fondos. En fecha 21 de mayo de 2015 me dirigí por escrito a la Comisión, pidiendo saber el estado del arte del informe. A fecha de hoy no he recibido respuesta, ni siguiera acuse de recibo.

Al respecto, dos comentarios. 1) Tratándose de la destitución del director de una escuela de la universidad, había que darle la importancia que de suyo tiene el caso. Confié en la majestad de la Comisión, integrada por tres honorables profesores de esta facultad, un representante estudiantil de proba actuación y un representante de los egresados de elevada reflexión, de cuya actuación esperaba un informe que aclarara públicamente a la comunidad qué pasó exactamente; y, 2) por razones obvias no debo hacer juicios sobre la actuación de la Comisión, pero llama la atención que en casi dos años no haya habido un pronunciamiento, a pesar de las reiteradas solicitudes del Prof. Carlos Torres, Consejero principal de la FaCES e integrante de dicha Comisión.

Retomando compromisos

Por todo lo antes expresado, he estimado conveniente retomar mi participación en el Consejo de Facultad como representante profesoral suplente, por varias razones: 1) es una función que debe ser ejercida; 2) varios profesores y estudiantes de la EAC y de la Facultad lo han recomendado; 3) sería beneficiosa para la EAC., como vocería que contribuya a diversificar las fuentes de información de los asuntos que se ventilan en la facultad; y, 4) porque estando allí podremos requerir con la debida formalidad, información a la referida Comisión.

Finalmente, solicito a la Unidad de Información, Comunicación y Relaciones de la EAC, estimar difundir este escrito a través de su red institucional.

Caracas, 05 de abril de 2016



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